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viernes, 24 de diciembre de 2010

Lo más bonito de ser feliz es que piensas que nunca volverás a estar triste.

Vivíamos en el castillo de los que sustituyen el desayuno de cola cao por un buen cubata, fumábamos lo verde, lo azul y lo de todos los colores. Nos tragábamos mil películas de acción, de esas que son todas igual. Jugábamos a querernos a los catorce, hacíamos palomitas para después tirárnoslas unos a otros, inventábamos un lenguaje super cachondo con la lengua, nos viciábamos a la play todos los días, suspendíamos y lo celebrábamos, bailábamos reggaetón y funky, pintábamos las paredes con un amigos para siempre, jugábamos a ser mayores, a que todo nos la sudaba.

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